La batalla de Midway - El punto de inflexión de la Guerra del Pacífico

von: José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán

Nowtilus - Tombooktu, 2019

ISBN: 9788413050164 , 352 Seiten

Format: ePUB

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La batalla de Midway - El punto de inflexión de la Guerra del Pacífico


 

Capítulo 2


Pearl Harbor


EL ATAQUE


Aunque los japoneses no eran capaces de descifrar los mensajes de los estadounidenses, disponían de un servicio de información bastante bueno, mediante una amplia red de agentes que les permitía conocer con relativa certeza la composición y movimientos de la flota del Pacífico, así como la situación de los aeródromos y la posición de las defensas antiaéreas. El mando estadounidense esperaba una acción ofensiva japonesa, pero desconocía el lugar del ataque, aunque los servicios de inteligencia de los Estados Unidos eran capaces de descifrar las comunicaciones dirigidas a la embajada japonesa en Washington.

Sin embargo, en Pearl Harbor la situación de alarma previa estaba un tanto descuidada. Tanto el general Short, que estaba al mando de las tropas, como el almirante Kimmel, que mandaba la flota, sabían que se estaba fraguando una guerra y que la apertura de hostilidades podía ser inminente, pero no se les pasaba por la imaginación que el ataque fuera dirigido contra la base naval más importante del Pacífico, tan alejada de la metrópoli del Japón.

Tampoco en Washington, el general Marshall y el almirante Stark pensaban en Pearl Harbor como primer objetivo de los japoneses y el día 27 de noviembre ambos oficiales generales habían enviado un mensaje a sus subordinados advirtiéndoles de la inminencia de un posible ataque a las islas Filipinas, a las Indias Holandesas y a Manchuria.

Vista por satélite de Pearl Harbor. Fuente: NASA.

Los servicios de inteligencia de Washington habían descifrado mensajes japoneses referentes a la composición de las fuerzas estadounidenses en Pearl Harbor; sin embargo, no fueron analizados con la atención requerida. En la noche del 6 al 7 de diciembre se descifró un telegrama de Tokio dirigido al embajador japonés en el que se le ordenaba que comunicase al secretario de Estado estadounidense que el estado de guerra entre ambas naciones comenzaría el día 7 a las 13:00, hora de Washington, pero el contenido de este importante mensaje no llegó al general Short ni al almirante Kimmel antes de la consumación del ataque.

Sin embargo, este retardo no podía justificar la falta de medidas preventivas en esta base aeronaval. El día 7, en la amanecida, se había avistado y atacado con cargas de profundidad a un submarino japonés; sin embargo, este hecho importante fue tratado como un episodio aislado. Por otra parte, a las 07:00 horas, un radar detectó a la formación de aviones japoneses a 132 millas al norte de la isla de Oahu y el teniente al que le llegó tal información no la transmitió, en la creencia de que se trataba de aviones propios cuya llegada se esperaba.

Vista aérea de Pearl Harbor durante el ataque. Fuente: US Navy.

Tampoco se habían adoptado disposiciones para prevenir el ataque. El general Short había establecido un dispositivo en el que los aviones se encontraban agrupados en las pistas de los aeródromos, ala con ala, con la intención de prevenir un sabotaje. Las tropas que tenían asignada la defensa aérea no se encontraban en sus puestos de combate y había muchas piezas de artillería que no habían recibido aún la munición. En cuanto a las disposiciones de la Armada, los acorazados se encontraban amarrados por parejas en una vulnerable línea continua, y a bordo la vigilancia era muy reducida.

A las 07:55 horas de la radiante mañana del domingo 7 de diciembre de 1941 llegó la primera oleada de cazas y bombarderos, que atacaron primero a los aviones que se encontraban en las pistas destruyendo en tierra a gran cantidad de aparatos. A continuación, los aviones torpederos y bombarderos en picado atacaron a los barcos. Una vez finalizado el ataque, cinco acorazados se encontraban hundidos o varados con grandes destrozos, otros tres averiados de gravedad, así como tres cruceros, un buque blanco, tres destructores, un minador y un dique flotante. Resultaron destruidos 188 aviones de Estados Unidos, la mayor parte en tierra, y gran cantidad de instalaciones, con un total de 3435 muertos o desaparecidos.

Vista de Pearl Harbor durante el ataque desde el suroeste. Fuente: US Navy.

A los pocos minutos reaccionaron la mayor parte de los cañones antiaéreos de los barcos, pero la mayoría de las iniciativas para combatir a los japoneses resultaron casi ineficaces ante la contundencia de ataque. Algunos barcos que se encontraban en la mar se dirigieron a toda máquina en busca de los japoneses, pero ignoraban que se encontrasen al norte de la isla. La moral se vino abajo al comprender que la flota del Pacífico había sido prácticamente destruida por sorpresa.

CAMBIO DE VISIÓN


Nunca había ocurrido una cosa similar, salvo la operación de Tarento, de proporciones mucho más limitadas. Hasta entonces no existía prácticamente ninguna doctrina en cuanto a la manera de afrontar una batalla entre portaviones. Si antes de la guerra se podía entrever que los combates navales iban a realizarse a mayores distancias de combate, nadie podía imaginarse que los Estados Unidos podían ser sorprendidos dentro de la base aeronaval más importante del océano Pacífico en un ataque del que no se conocía el lugar de partida. A partir de este momento, los comandantes de las Task Forces tuvieron que aprender una nueva manera de hacer la guerra contra un enemigo preparado, que no iba a dar ningún tipo de tregua. La Armada sería la primera en afrontarlo.

Almirante Husband Kimmel. Fuente: www.nps.gov.usar.

La cúpula de mando de la base fue inmediatamente cesada. En lo que se refiere a la Marina, el almirante Husband Kimmel sería relevado por el almirante Chester Nimitz, que era el segundo de la lista que un año antes había sido presentada al presidente para hacerse cargo de la flota del Pacífico. Durante el relevo le dijo al almirante Kimmel: «Lo que le ha sucedido a usted podía haberme pasado a mí; tiene usted toda mi simpatía». Y su buen tacto le indujo a conservar a los miembros del estado mayor de su predecesor, que pronto recobrarían la confianza en sí mismos.

Fondeadero habitual del Enterprise. Fuente: www.nationaviationmuseum.

De los siete portaviones grandes y uno ligero de que disponía la flota estadounidense cuatro estaban asignados a la flota del Pacífico, pero ninguno de ellos se encontraba en Pearl Harbor en el momento del ataque, el Enterprise se encontraba de regreso de las Filipinas con algunos escoltas, pero debido al mal tiempo había retrasado doce horas su llegada y durante el ataque se encontraba a doscientas diez millas al sudeste de Pearl Harbor. Había enviado por adelantado a dieciocho de sus aviones a la base, que al ver el ataque se enzarzaron en el combate aéreo, pero poco pudieron hacer y cuatro de ellos resultaron derribados. El Lexington también se encontraba en la mar el 7 de diciembre de 1941 para llevar aviones desde Pearl Harbor hasta Midway cuando le llegaron noticias del ataque japonés. De los dos restantes, el Saratoga, se encontraba en la costa oeste de los Estados Unidos y el Yorktown navegaba entre Norfolk y Virginia. Ambos fueron enviados a Pearl Harbor cuando se produjo el ataque.

Fondeadero habitual de Lexington. Fuente: www.nationalaviationmuseum.

Desde su llegada a Pearl Harbor, el almirante Chester Nimitz se empeñó en organizar las Carrier Task Forces, formadas alrededor de uno o dos portaviones, con cruceros y destructores, ya que los acorazados habían quedado fuera de servicio. De este modo el portaviones pasó a asumir el papel de capital ship desde el principio de la contienda.

Nimitz supo inculcar en sus mandos subordinados la convicción de que podrían remontar la situación. Además, tenía un sentido especial para descubrir, escoger y aprovechar en beneficio de la Armada a los hombres que se encontraban bajo su mando.

El general Douglas Mac Arthur, nombrado comandante en jefe del Pacífico sur, era muy conocido, pues además de general de prestigio era un hombre muy extrovertido, a diferencia del almirante Chester Nimitz, que era reservado y no tenía ningún interés en aparecer en primera plana, pero sabía desempeñar su trabajo con auténtica eficacia.

Para los Estados Unidos lo ocurrido en Pearl Harbor supuso un golpe terrible, ningún profesional de la Armada podía imaginarse que los hechos ocurridos el 7 de diciembre de 1941 fueran reales. En la mente de los mandos estadounidenses prevaleció durante toda la guerra el recuerdo de lo ocurrido en este aciago día y los portaviones japoneses se convirtieron en objetivo prioritario. El ataque demostró, de manera fulgurante, la importancia del portaviones. Entonces, el engranaje industrial y los alistamientos de personal estadounidense se pusieron en marcha de inmediato.

LA EXPANSIÓN JAPONESA


A la vez que el ataque a Pearl Harbor, los japoneses iniciaron el Plan Sur. Desde Indochina, tropas japonesas se lanzaron a la conquista de Birmania, mientras los transportes de tropas se dirigían a Malaca. En Birmania serían ocupadas las islas Andaman, en el golfo de Bengala, y las tropas japonesas tomarían Mandalay, con lo cual quedaría cortada la línea de...